Me siguen... (allá ellos)

lunes, 28 de noviembre de 2011

Fantasmas...



Tañe noche de tertulia,
música docta en los aires...

Refleja un arco iris
el empedrado de siglos...
El mismo que alguna vez,
astuto y bribón,
espió debajo de los miriñaques...

Y en la otra vereda,
late milonga proscripta...

Sueña, suena y resuena
mistura de risas
crisol de ritos,
deseo en mil lenguas...

Y en el medio de la calle
un encorvado fantasma...
Aunando juergas y jergas
intenta en el gastado piano
la nota imposible
que no encuentra,
mueve sus dedos,
afina el oído,
intenta, ensaya, prueba...
La cuerda, desafinada, gime
ya no hay música en su tecla...


miércoles, 23 de noviembre de 2011

Adictos a la escritura... - El fragmento... - "La lluvia..."

El proyecto del mes de Noviembre de Adictos a la Escritura se titula 
"El fragmento"...

El ejercicio consiste en desarrollar un relato, poesía o texto a partir de un fragmento que elijamos, que podrá ser de una poesía, una canción, una novela o un cuento...

La elección tanto del estilo como del fragmento es libre...

Y, como siempre, aquí va el mío...


LA LLUVIA...

“...Llueve sobre las diez cúpulas gemelas de la basílica 
y sobre la pradera que se funde en la línea incierta del horizonte. Llueve una lluvia fina que apenas si moja. 
Llueve una lluvia mansa y persistente que acosa 
como un mal pensamiento o como una duda. 
Como una idea. 
Como un secreto. 
Llueve, se diría, una lluvia de siglos...”

(“El anatomista” – Federico Andahazi)


Sintió el mal augurio clavado en las entrañas, sentada en una mesita detrás del cristal de aquel viejo "Café París" Manuela siente que esa lluvia tan persistente es como una advertencia...
Cada una de las veces que en su exacta vida hubo algún acontecimiento  trascendental, llovió...
Llovía a cántaros el día que festejaban sus quince años, toda la fiesta preparada, y nadie había llegado... Por la terrible lluvia de aquella noche...
Llovía a cántaros el día que se casó con ese hombre del amor para siempre, reían, felices, sin que nada importara, ni la lluvia...
Llovía a cántaros las veces que parió a cada uno de sus hijos, y las dos veces caminó plácida bajo la lluvia, convencida que era una especie de bendición...
También llovía el día que partieron sus padres, primero su madre, abrasada por la hoguera del cáncer, en un último suspiro que se perdió en el estruendo de la tormenta, como un alivio... 
Después su padre, cuando una noche de lluvia quieta y piadosa se lo llevó mientras dormía...
Callada, ruidosa, eufórica, triste, impenetrable, insolente y siempre perfecta, la lluvia marcaba los hitos...
Pero esta noche es diferente, es terca esta lluvia, parece eterna, se incrusta en el pensamiento y en el corazón...
Manuela mira caer la lluvia, como un asombro, con la fascinación de una novedad, con devoción, 
y sabe que a menos que ocurra un milagro...

Será la última...

domingo, 13 de noviembre de 2011

EL ROBO...


Zöe estaba contenta esa mañana de jueves, había conseguido cupo en el curso de “Arte Español del Siglo XX” que dictaba en la Universidad de La Plata la prestigiosa profesora española Bárbara Sánchez Aguirre, una eminencia en el tema...
Salió casi con los minutos contados, el viaje era largo desde Buenos Aires, mas de 50 kilómetros, pero no le importaba, estaba ansiosa por empezar...
En el Bajo apenas logró subirse a una Costera atestada, viajaba tanta gente que ni se podía respirar, pero no tenía tiempo para esperar la siguiente, temía llegar tarde a su primera clase. Logró acomodarse en el pasillo, sin poder aferrarse a respaldo alguno y la barra del techo era siempre demasiado alta para su corta estatura, pero con la cantidad de personas que había a su alrededor dudaba que fuera a caerse...
De pronto sintió un empujón un poco más recio  que lo acostumbrado en su lado izquierdo, por detrás,  y pensó que podría ser uno de esos pervertidos que aprovechan los ómnibus abarrotados para manosear mujeres, pero no podía moverse y los empujones eran cada vez más frecuentes y bruscos...
Después de casi 10 minutos de empellones quiso mirar la hora para comprobar que a pesar de tener un viaje tan penoso no estaba llegando tarde y allí fue cuando comprobó que su reloj pulsera no estaba en su muñeca... Sintió que se le aflojaban las piernas, amaba aquel reloj, era el último regalo que había recibido de su padre antes que éste falleciera y el maldito ladrón hijo de puta, meta empujar y empujar, se lo había quitado...
Sintió que una inusual ola de coraje le subía por la garganta, se corrió, como pudo, hasta quedar detrás del aquel vil individuo y apretando las muelas, con lágrimas saltándole de los ojos, le dijo al oído en tono muy claro e imperativo:
- Dame el reloj!!!
Sintió que la espalda del tipo se tensaba y en un solo movimiento puso el reloj en la palma de su mano...
A los empujones, desesperada y angustiada, Zöe llegó a la puerta trasera y sin saber exactamente dónde estaba se bajó...
Sentía que en ese estado emocional no podía ir al curso, apenas podía caminar, le caían lágrimas por toda la cara y ni siquiera estaba llorando...
Cruzó la calle y tomó el ómnibus de vuelta, lo único que quería era llegar a su casa y sentirse segura, una vez arriba del transporte, sentada esta vez, pudo abrir la mano para reencontrarse con su amado reloj (que por cierto, a estas alturas, estaba incrustado en su palma) y comprobó con decepción que no era el suyo  el que el caco le había dado... era más grande y evidentemente de mucho menor valor...
- Maldito desgraciado, pensó, a cuantos le habría robado que ni sabía cual era el que tenía que devolverme...
Finalmente llegó a su departamento, harta de llorar, agotada, desilusionada y deprimida, caminaba arrastrando los pies y en lo único que pensaba era en meterse en la cama...
Cuando entró al cuarto descubrió con asombro que su amado reloj aún estaba sobre la mesa de noche...